Jaume Balmes Urpià

Jaume Balmes Urpià

jueves, 23 de febrero de 2012



LA VANGUARDIA

El Centenario de Balmes


Un siglo cumple hoy del nacimiento del insigne filósofo vicense, arrebatado á la causa del catolicismo, á la filosofía y á la política cuando apenas contaba treinta y ocho años.


Estudió en el Seminario de Vich, muy reputado entonces por el alto nivel científico á que lo había elevado el obispo señor Corcuera, quien, conocedor de todo lo que valía y prometía el joven escolar, lo envió, con beca, al Colegio de San Carlos, de la Universidad de Cervera, donde pasó cuatro años sin leer otro libro qué la Summa de Santo Tomás de Aquino y sus comentarios.


Continuó Balmes en Cervera, siguiendo sus estudios y regentando varias clases hasta 1833; el mismo año hizo oposiciones á la plaza de magistral de Vich, pero no habiéndolas ganado volvió á Cervera á estudiar Derecho. De nuevo en la sede ausonense desempeñó una cátedra de matemáticas, hasta que se dió á conocer, de España entera, en 1840, con la publicación de su opúsculo Observaciones sociales, políticas y económicas sobre los bienes del clero, inspirado por el ansia de impedir la consumación del funesto atentado contra la propiedad llamado la «Desamortización.»


Balmes, aquel «hombre obscuro», como él dice, desconocido por completo hasta entonces, adquiría con su primera obra la fama que no debía eclipsarse ya jamás. No solamente defendía Balmes la legitimidad de los bienes del clero y ponía de relieve los beneficios que esta propiedad había reportado, sino que con profética intuición presagiaba los inmensos males que de tal espoliación se seguirían, como desgraciadamente así ha sucedido.


«Medítenlo bien esos hombres de elevadas clases, decía, esos ricos propietarios, esos acaudalados comerciantes de quienes dependerá seguramente el que se lleve á efecto el despojo del clero; si desperdiciáis ocasión tan oportuna para impedirlo como os ofrece el hallaros sentados en los escaños de las Cortes, y en el momento en que el gobierno va á consultar cual es sobre eso vuestra voluntad, si lo provocáis, si lo consentís, y si en alguno de los torbellinos de la revolución se levantan un dia millares de brazos armados con el puñal, con el hacha y la tea incendiaria, si en nombre de la libertad, de la igualdad, de la utilidad pública, de la mejora de las clases inferiores, de la mayor circulación, de la más equitativa distribución de las riquezas, se arrojan sobre vuestros caudales y haciendas, ¿qué le responderéis al tribuno que acaudille á las masas, cuando os recuerde lo que hicisteis con el clero? Su lógica será terrible porque estribará en vuestro propio ejemplo. El os podrá decir con toda verdad: Yo os despojo y vosotros me lo habéis enseñado.»


Apenas extinguido el eco de aquel terrible aviso, publicaba su segundo trabajo político Consideraciones políticas sobre la situación de España, que le valía otro triunfo.


Siguieron luego el Protestantismo comparado con el catolicismo, que le granjeó fama universal, el Criterio (1845), Filosofía fundamental (1846), Curso de Filosofía elemental (1947), Escritos políticos y por fin Pio IX. Y si ahora tenemos en cuenta que al par que escribía esas grandes obras dirigía La Sociedad, La Civilización y El Pensamiento de la Nación no habrá, sin duda, quien deje de sentirse asombrado ante tan admirable prueba de vastísimay profunda capacidad intelectual.


A todo esto hay que añadir la rara conjunción que se daba en Balmes de valer tanto en el terreno especulativo como en el de acción. No fué un pensador de gabinete, sino un combatiente, que ejerció grandísima influencia en la politica de su tiempo, como inspirador, y aun como verdadero jefe de una fracción compuesta de hombres eminentes, de ilustres proceres, por desgracia no llegados al poder, pues á buen seguro que de haber gobernado no padeceríamos hoy del mal de parlamentarismo y tal vez habría desaparecido una de las causas que, debilitando la base fundamental de nuestro régimen, más han contribuido á los avances de la demagogia. «En sus escritos políticos, dice Menéndez Pelayo, recorrió Balmes con admirable seguridad de criterio todos los sistemas de organización social y nos dejó un cuerpo de política española y católica, material de inagotable estudio».


Pero si no triunfaron los sabios planes políticos de Balmes su obra filosófica ha permanecido intacta, y mientras cambian á cada paso los sistemas y las teorías, mientras yacen en el suelo «como globos deshinchados», según la frase de Taine, se mantienen inconmovibles como el granito El Criterio y El Protestantismo comparado con el catolicismo, honor del pensamiento español.

ALFREDO OPISSO


LA VANGUARDIA, domingo 28 de agosto de 1910, pág. 6