Jaume Balmes Urpià

Jaume Balmes Urpià

domingo, 6 de septiembre de 2020

I ) ANTECEDENTES. – LA MEMORIA DE BALMES. – LA PRIMERA LLAMADA DEL CENTENARIO. – LA JUNTA ELECTORA.

SE ha de, antes de todo, dejar bien asentado que el elemento intelectual de la Ciudad de Vic no había perdido nunca la devoción a la memoria de Balmes. Durante largos años, al cumplirse el aniversario de su muerte, el día 9 de Julio, el Círculo Literario celebraba una sesión apologética del gran filósofo, la cual había dado ocasión a los más granados escritores vicenses y a otros forasteros a que le hiciesen su homenaje desde aquella respetable tribuna. Dicha sesión era hasta reglamentaria, si bien en general no pasaba de un acto familiar, severo, no obstante, y sumamente agradable. El Círculo Literario, habiendo sufrido en el año 1902 una radical transformación en su manera de ser, se encargó desde 1903 de pagar este tributo añal a la memoria del escritor inolvidable la nueva Asociación patriótica Catalunya Vella, que presidía entonces el que escribe estas páginas. La sesión se celebró aquel año en la gran sala de la casa mortuoria de Balmes, propiedad de D. José Fatjó Vilas, Presidente que fue después, y vuelve a ser ahora, de Catalunya Vella. El acto fue también sencillo, pero lleno de animación y entusiasmo. El señor Canónigo Collell leyó un hermoso trabajo sobre las relaciones de Balmes y León XIII, y el Presidente de la Asociación, al concluir el acto, exteriorizando por primera vez un sueño de juventud, dijo que debíamos empezar a preocuparnos de la celebración del Centenario del nacimiento del gran vicense la muerte del cual conmemorábamos, añadiendo que, si bien era cierto que aún faltaban siete años para llegar a la fecha que se trataba de celebrar, todo este tiempo se había de considerar necesario para preparar una cosas digna, que correspondiera a la fama universal de que goza el primer filósofo español de la decimonovena centuria, según calificación de Menéndez Pelayo. El lucido concurso que llenaba la hermosa sala de la antigua casa Bojons, y en especial los socios de Catalunya Vella, aplaudieron calurosamente la excitación del Presidente y se puede decir que entonces empezó la preparación del Centenario. Por de pronto, la referida Asociación no deja ni un solo año de repetir la conmemoración de la muerte del filósofo, dándole cada vez más solemnidad y más importancia. Desde 1904 la sesión apologética se celebra en la sala del Templo Romano, presidiéndola el señor Obispo, consiguiendo que asistiera también el Ayuntamiento en corporación, acompañándole la Banda municipal. Confió cada año el discurso a una distinguida personalidad, ya eclesiástica, ya secular, estampándolo cada vez, comenzando así a formar una loa continua y duradera de nuestro gran sabio. Con esto se iba fomentando aún más la devoción popular a su memoria y se iba encendiendo el fuego al calor del cual se maduraba en el sí de la Asociación el pensamiento de las fiestas del Centenario. Para añadir más leña, vino a la fiesta de 1906 un inesperado episodio. Después del acostumbrado discurso, que hizo aquel año D. Francisco Albó, subió a la tribuna el conocido escritor D. Jaime Maspons y Camarasa y leyó unas notas interesantísimas que atañen al hecho de haber escrito Balmes su famoso Criterio en un manso situado cerca de Sant Feliu de Codines, término municipal de Caldes de Montbuy, llamado Prat de Dalt. La comunicación fue recibida con aclamaciones de júbilo y allí mismo nació la idea de colocar en aquella casa una lápida conmemorando un hecho de tanta importancia. Catalunya Vella lo tomó como una obligación de honor; se extendió enseguida con la cooperación del señor Maspons, con el propietario de dicha casa, D. Salvador Boquet, y, gracias a la loable conducta y al entusiasmo de este patricio, la idea se hacía realidad el día 23 de Septiembre del mismo año, con pompa singular, asistiendo en corporación los tres Ayuntamientos de Caldes de Montbuy, de Vic y de Sant Feliu de Codines, representantes de la prensa de toda España, especialmente de los periódicos de información gráfica, y un gentío grandísimo venido de todas las poblaciones cercanas. Tuvo la fiesta tanta resonancia que pudo ser considerada como el primer toque público de atención para celebrar dignamente el Centenario. Catalunya Vella, satisfecha de aquel éxito, se aplica cada día más a construir los cimientos. Pronto algunas cosas de las que se decían allí dentro trascendieron a fuera, dando buen pie a los magistrados de la Ciudad para hacer el inicio oficial del Centenario el 16 de Marzo del año 1908. El Ayuntamiento, que presidía entonces Don Florencio de Riera, viendo ya relativamente próxima la fecha de aquel, nombró una Comisión para que hiciera sus primeros estudios. Esta Comisión visitó al señor Obispo, quien comunicó la propuesta que se le había hecho en el Cabildo Catedralicio y en el Seminario, saliendo de estas gestiones una Junta mixta que se tenía que convertir después en Junta electora de las definitivas Comisiones. Esta Junta se convenció fácilmente de que era necesario tomar las cosas con mayor empuje, interesar a todos los que podían y querían trabajar en él y no circunscribir el pensamiento en los estrechos moldes locales, llamar a la gente de fuera y dar a la fiesta carácter internacional. Es de justicia consignar que esta idea la había aceptado ya la referida Comisión municipal y está claro que a la hora oportuna tendría que haber cogido también el camino ancho, haciéndose acompañar por los que lo conocían. En el plan inicial de Catalunya Vella entraba la celebración de un Congreso filosófico internacional, entendiendo que el nombre de Balmes aseguraría el éxito del mismo. Esta tenía que ser la verdadera base de las fiestas y lo que tenía que dar el tono a los actos que se proyectasen. Después de varias conversaciones íntimas en que se discutió si el Congreso era mejor que fuera apologético que filosófico, y no llegados aun a una resolución definitiva, se puede decir que de todas maneras la celebración de un Congreso internacional queda virtualmente acordada con la aceptación de señor Obispo el día 17 de Enero de 1909. Mucho antes, no obstante, se habían oído ya las llamadas públicas del Centenario. Inmediatamente después de hecha la acostumbrada conmemoración en el Templo Romano, el 5 de Julio de 1908, cuando aún el Ayuntamiento y la Junta de Catalunya Vella no se habían despedido del señor Obispo, se trató en el mismo Palacio Episcopal de si se acordaba emprender los preparativos con la amplitud que el caso dictaba, y, resuelto afirmativamente, dos días después la referida Junta electora se reunía en el propio Palacio para designar las Comisiones definitivas. Casi inmediatamente salía en la Gazeta Montanyesa el siguiente artículo, que reproducimos aquí porque fue el documento que, pasando de un periódico a otro removió toda Cataluña y toda España y fijó los ojos de todo el mundo en nuestro proyecto, y también porque incluye, en concretas palabras, el pensamiento que Catalunya Vella había ido madurando desde la memorable fiesta de can Fatjó, en el año 1903, y hasta la forma de desarrollarlo, la cual, salvando detalles, fue la que domina dentro de las Comisiones del Centenario. El artículo dice así, fechado el 11 de Julio: EL CENTENARIO DE BALMES «Esperábamos la conmemoración anual de la muerte del gran filósofo vicense para hacer esta primera llamada formal del solemnísimo recuerdo de su nacimiento, que se ha de hacer en el año 1910 y del cual habló por primera vez en el año 1903 el Presidente de Catalunya Vella en el acto celebrado en la casa mortuoria del sabio ilustre, habiendo funcionado desde entonces dentro de dicha Asociación una comisión que tiene completo y redondeado un plan grandioso para celebrar dicho Centenario. ».De todos es generalmente conocido que Balmes nació en esta Ciudad (y aún tenemos que acabar de descubrir dónde, por más que lo verosímil es que fuera en la calle de los Serrallers) el día 28 de Agosto del año 1810. En tal día, como también sabe todo el mundo, celebra la Iglesia la fiesta del gran San Agustín, lo cual no deja de ser curioso, atendido el carácter de nuestro inmortal compatricio, una coincidencia. El 28 de Agosto de 1910 hará pues, cien años justos que Balmes viniera a la vida, y, aunque la suya no pasa de los 38, su obra fue tan grandiosa y tan sólida que está destinada, como su nombre, a vivir tanto como el mundo vivirá. Balmes no es una gloria local, ni una gloria puramente nacional, es una gloria universal. Lo probaría, si otra cosa no, la circunstancia de haber sido traducidas sus obras a todas las lenguas. Por eso, cuando en Catalunya Vella se inició en el susodicho año el pensamiento de celebrar el Centenario, fue con el espíritu de darle carácter internacional, sirviendo de base para esto la reunión de un Congreso filosófico al que vinieran a rendir tributo a nuestro gran sabio los hombres ilustres de todos los países. Esta idea, favorablemente acogida por nuestro señor Obispo, quien desde el primer día de hablar de este asunto, se ha mostrado dispuesto a dar al Centenario la mayor pompa posible, puede decirse que está ya en vías de realización y dentro de poco será reconocida la lista de las personas notables de dentro y fuera de la Ciudad, que formarán la gran Junta que ha de preparar esta trascendental asamblea, de las particularidades de la cual nos tocará hablar muy pronto teniendo continuamente a nuestros lectores al corriente de todo lo que a la misma haga referencia. »Como dijimos en otro sitio de este número, el jueves, después de la fiesta del Templo Romano, los elementos oficiales que asistieron al evento tuvieron una sentada en el Palacio Episcopal, tocando por primera vez, de una manera formal y definitiva este asunto del Centenario. Todos los presentes se mostraron entusiasmados con las grandes líneas del proyecto, que como aquel quien dice nacían por ellas mismas, teniendo en cuenta que las fiestas centenarias coincidirían con la inauguración de las pinturas de la Catedral. Todos nuestros lectores se harán cargo con esto de la grandiosidad de que han de ir revestidas estas fiestas y el gentío que han de atraer. Por otra parte el juntar la conmemoración de Balmes con el estreno de la monumental obra artística que nos prepara Sert es un tributo al insigne filósofo como no podíamos imaginarlo. » Solemnísimas funciones religiosas en nuestra entonces endomingada Basílica, como también solemnísima absoluta en el bonito claustro al pié del sepulcro del gran hombre; la apología de este y de su obra hecha por los mejores oradores que vendrán a nuestras fiestas, la Ciudad vestida de gala por el entusiasmo y la iniciativa de los vecinos, bien dirigidos por artistas que lo entiendan; grandes festivales populares en los cuales todas las artes catalanas tengan la más conveniente representación; exposiciones y concursos locales, comarcales y regionales; representaciones a cielo abierto en las cuales el pueblo pueda comprender toda la grandiosidad de la reproducción de las escenas humanas por el arte consciente y trascendental; fiestas literarias donde se recuerda gráficamente la gran influencia que la escuela vicense ha tenido en el resurgimiento de la poesía catalana, y otras y otras cosas que se irán desovillando alrededor del Congreso filosófico internacional que será el principal acto del Centenario... He aquí las grandes líneas del proyecto que en la reunión del Palacio Episcopal se fueron dibujando a los ojos de todos con cierta imponente sobriedad que no impedía ver los detalles de cada fiesta con toda su penetrante belleza. » Hoy se han de reunir en el mismo sitio las Comisiones oficiales para comenzar a poner manos a la obra. Pero quien ha de comenzar a prepararse de una manera formal es la Ciudad. Contando, como se contará, con la unidad de pensamiento y del sentir de todos los ciudadanos, no hay que olvidar que una fiesta tan grandiosa ha de tener larga preparación. Antes de pensar en adornar calles se tiene que pensar en limpiarlas y ponerlas en disposición de ser adornadas. En la Ciudad hay mil cosas que corregir y se tiene que aprovechar el tiempo que nos queda hasta Agosto de 1910 para enmendarlas. Y no conviene gansear porque este tiempo pasará volando. La Ciudad misma es la que se ha de imponer esta obligación porque quién lo ha de hacer lo haga. »Y basta por hoy. Para el primer llamamiento ya bastan estas líneas. Ya lo retomaremos a menudo. Lo que querríamos es que todo el mundo penetrara en la grandeza de la fiesta y que todas las ideas que nazcan para celebrarla sean dignas del gran hombre a quien aquella va dedicada. Han de quedar excluidas en absoluto las pequeñeces y los raquitismos. » No le fue impedimento el estar escrita en catalán para que resonara en todas partes este llamamiento periodístico y uno de los primeros que le respondió fue el reputado escritor que se firma Azorín, quién enseguida, en las páginas del viejo y balmesiano Diario de Barcelona, dedicó al pensamiento del Centenario un entusiasta artículo. La prensa de uno y otro lado se mostró unánime en considerar que este homenaje al gran filósofo español era un deber de justicia y que debía de ser considerado como un tributo nacional. Los iniciadores del proyecto podían cantar victoria: la realización del mismo llevaría faena larga y un poco fatigosa, pero no toparía con obstáculos invencibles. Podíamos lanzarnos confiados y valientes a la empresa. Entretanto continuábamos indagando en la intimidad el objetivo que tenía que llevar el Congreso que teníamos en proyecto, y justo es consignar que el pensamiento primitivo del Canónigo Collell, de que fuera de Apologética, acabó obteniendo los votos de todo el mundo, pues era lo que indudablemente se acomodaba más al hombre, a las circunstancias y al fin que perseguían los iniciadores del Centenario: hacer un homenaje de carácter universal a la memoria del excelso apologista. Las Comisiones que la referida Junta electora había designado para organizar los trabajos del Centenario eran tres: una de fiestas religiosas, otra de fiestas literarias y una tercera, la más numerosa, de fiestas cívicas. Estas Comisiones no fueron convocadas oficialmente hasta el 20 de Febrero de 1909, en el Palacio Episcopal, y aún hasta primeros de Julio no entraron en funciones. Pero esto implicaba poco, porque todos los proyectos iban madurando y tenía que venir el caso de que las sesiones que las Comisiones celebrasen fueran más que por indagar, para dar sanción a los proyectos que espontáneamente nacían. Se necesitaba inicialmente que el alma popular se fuera impregnando de la atmósfera del Centenario y esto se iba consiguiendo de una manera admirable. Y basta ya de antecedentes, porque desde el momento en que entran a funcionar las Comisiones nos consideramos ya metidos en pleno Centenario.

No hay comentarios:

Publicar un comentario